martes, 8 de diciembre de 2015

EL EXTRAÑO DEL ARETE

Diciembre del 2015. Este año se ha pasado volando. Creo que ha sido el más rápido de toda mi vida. Hoy es feriado: la Inmaculada Concepción. El día ha empezado algo triste y también me invade la pereza de ir a trabajar al día siguiente. Por la tarde voy a visitar a una amiga. De regreso tomo el metropolitano y me bajo en la estación Canaval y Moreyra puesto que quiero ir a comprar algunas cosas en una tienda de artículos para el hogar antes de ir a casa.


Esperando para cruzar la calle aparece a mi costado el extraño del arete. Estaría en sus treintas, tendría un metro setenta y cinco, barba de las que raspan, los ojos algo rasgados (sin ser asiático), una nariz agradable pero llamativa y cejas pobladas trazando un arco que le confería una expresión de seriedad perpetua. Su cabello lacio, castaño oscuro ligeramente largo, que le cubría un poco las orejas. En la oreja más próxima a mí,  no recuerdo bien si la derecha o la izquierda, un aro plateado.

Estoy segura que no era guapo (al menos mis amigas me mirarían con esa expresión de "tienes gustos raros", incluso una de ellas vería su cabello largo, su barba incipiente y el arete de mala manera). Tampoco era feo, pero a mí me llamó mucho la atención. Quería quedarme mirándolo pero me daba vergüenza. Tal vez sí que me haya quedado mirándolo, como una chiquilla embobada, pero al menos él pareció no darse cuenta. O eso fingió. 

El semáforo nos dio verde y cruzamos. Caminaba más deprisa que yo a pesar de llevar un maletín negro colgado en el hombro por las asas cortas. Vestía una casaca azul marino y unos pantalones azul acero cuya tela estaba algo gastada. Vi como se alejaba y en el siguiente cruce se alejó aún más pues los conductores de Lima siempre hacen que piense mucho antes de cruzar las esquinas. Lo perdí de vista pero sabía que lo vería al cruzar pues se fue caminando por la misma recta que yo debía tomar. Y así fue.

Se detuvo a mirar los escaparates de la tienda a la que iba a entrar, lo cual me produjo una alegría secreta. Lo adelaté y entré a la tienda casi rogando que también él entrara a conseguir lo que había llamado su atención a través del vidrio. Busqué algunas cosas, baje al sótano.  Subí y con algo de tristeza no lo encontré.  Seguí buscando lo que había ido a comprar.

Y de repente giré y lo vi. Aparté la vista rápidamente. Aunque no había peligro (eso creo). Últimamente soy invisible para los chicos. Me acerqué a ver algunas cosas cerca de él y escuche algo de su conversación por móvil:  "Cuadra n de la avenida X". Me sentía una loca. Una asechadora. Me fui a la caja a pagar mis cosas. Saqué mi cupón de descuento y la cajera demoró ya que debía llamar a su supervisor para que ingrese una clave a fin de hacer efectivo mi cupón. No me importó la demora.  Era una oportunidad para que, desde la caja, pudiera mirar descaradamente a aquel extraño. Al fin ingresaron el código y entonces salí de la tienda con mis cosas.

Ya pasaron unas horas, ya cené y escribo desde mi cuarto aún pensando en aquel extraño del arete al que probablemente nunca más me vuelva a cruzar.

Estoy segura que no era así jaja


¿Alguna vez te ha llamado la atención alguien en la calle?  No me refiero a que sólo pienses en su aspecto físico, que sea guapo o guapa. Si no de una manera en que quieras saber quién es. Bueno, si te gustó o disgustó mi entrada por favor déjame un comentario.